Señores de la noche by Alejandro Arnaldos

Señores de la noche by Alejandro Arnaldos

autor:Alejandro Arnaldos
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror, Fantástico
publicado: 2014-06-24T23:00:00+00:00


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—Ignoraba que los hombres lobo existieran —le confesó Gonzalo a su Padre un dieciocho de Octubre de mil novecientos diecinueve, mientras paseaban por la estación del recién estrenado metro. Admirador de todo lo que tuviera que ver con trenes y ferrocarriles, don Alonso no pudo resistir la tentación de acercarse a echar un vistazo a aquel nuevo ingenio ferroviario. En aquellos tiempos, el anciano vampiro todavía gustaba de vestir como un caballero del siglo anterior, con un traje parecido al que llevaba veinte años atrás, en la noche que Gonzalo y él se conocieron. Aquello aún no llamaba demasiado la atención de la gente, pero pronto pasaría de moda.

—¡Ya era hora de que tuviéramos nosotros también un ferrocarril metropolitano! —afirmó él dirigiendo la mirada hacia los vagones parados sobre las vías—. Por sólo quince céntimos, un billete; ahora estamos a la altura de metrópolis mundiales como Londres o Nueva York… medio mundo se ha matado entre sí, los bolcheviques han arrasado Rusia y nosotros inauguramos nuestro primer metro, ¿qué te parece? ¿Sabes que el año que viene el Consejo va a nombrar a un Románov como consejero por delante de mí?

—¿Son peligrosos? —le preguntó el joven vampiro con preocupación. Ejerciendo sus labores de limpieza, se había topado con uno de ellos por accidente, y la sorpresa que se llevó al ver que aquel mendigo se transformaba en un monstruo peludo con unas fauces más grandes que su cabeza era difícil de describir… pero probablemente fuera la primera vez que sentía miedo de verdad desde que fue convertido en lo que era.

—¡Oh si, desde luego! —aseveró don Alonso sin prestarle mucha atención—. Una garra de un licántropo es la forma más sencilla de acabar con un vampiro, no lo dudes… y además, no les caemos muy bien. ¿Sabes? A estas alturas ya deberías ser consciente de todo este tipo de cosas, tu Padre no va a poder darte lecciones eternamente.

Gonzalo dudó mucho esa última afirmación, pero aun así prefirió centrarse en el tema que le preocupaba a discutirla.

—Entonces, ¿son nuestros enemigos? El que me encontré no parecía muy amigable… —aseveró. De hecho, de no haber sido porque él tampoco se esperaba que Gonzalo fuera un vampiro, probablemente no habría salido con vida de aquel encuentro. Todavía era muy joven en la sangre como para sobrevivir a una pelea con un licántropo.

—Ya deberías haber aprendido que las cosas no son tan sencillas —respondió su Padre mostrándole una sonrisa condescendiente—. No son nuestros enemigos, pero tenemos una historia común con muchas tiranteces.

—¿Cómo por ejemplo? —quiso saber el joven vampiro.

—Los licántropos son completamente opuestos a nosotros. Mientras que nuestros cuerpos están muertos, los suyos rebosan vida; cuando nosotros preferimos la soledad, ellos se mueven en manadas; y donde nuestros instintos animales están abotagados, los suyos están despiertos del todo… pero es mucho más que eso. Cuando yo fui despertado en la sangre, los hombres se consideraban a sí mismos la cúspide de la Creación, hijos de Dios que estaban por encima de las bestias



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